miércoles, 15 de octubre de 2008

Mito, derechos humanos y democracia. Mónica Cuervo Prados





Como un aporte hacia la comprensión de la problemática sobre democracia y derechos humanos en América Latina, se plantea en este texto una mirada hermenéutica que desde el retorno al concepto de la historia efectual planteada por H.G. Gadamer, hace necesario revisar cómo “el pasado permanece activo en el presente; la tradición es el medio vital del que recibimos estímulos y conceptos, que alimentan la existencia y hacen posible la comprensión tanto en las ciencias naturales como en las humanas”[2].

Para comprender el presente y poder interpretarlo, se hace indispensable desde la distancia temporal el inicio de “una función productora de sentido que se esclarece a través del los prejuicios verdaderos y falsos que en el proceso se van entretejiendo para dejar aparecer el sentido verdadero encerrado en la realidad del objeto”[3]. Para comprender el presente de la democracia y los derechos humanos, Se requiere lograr una distancia en el tiempo, que desde un texto como pretexto en la historia, ayuda a ubicarse en el horizonte de sentido a interpretar.

Entendiendo que en la relación hermenéutica el propio horizonte ha de percibir no sólo lo extraño del horizonte (tradición) del texto, sino y sobre todo lo extraño y “otro” manifestado en el texto mismo, este documento se centrará en uno de los textos que puede ayudar a comprender e interpretar la situación actual a nivel político, económico, social y religioso, entre otros: el mito.

Al superar la noción de lo mítico como antiguo y reconocerlo como fuerza cultural y simbólica en imágenes y metáforas, el reconocimiento de sí genera “un lenguaje vivo y dialogal o conversacional que no se centra en lo escrito sino en el habla viva”[4]. El mito es la oportunidad para conocer cómo esas imágenes y metáforas sobre Derechos Humanos y democracia nos han acompañado o no en nuestro devenir.
Para comprender el presente de cualquier civilización, y especialmente de culturas como la nuestra, es necesario reconocer cómo el mito se torna en piedra angular desde la naturaleza, la organización soical, la vida y la muerte, entre otros. Es necesario realizar una reconstrucción desde la historia, que permita que surjan invenciones cada vez distintas, “haciendo que el mismo horizonte temático se vaya desplazando cada vez en una nueva dirección”[5]
“Por su abierta indeterminación, el mito permite que surjan de el nuevos conocimientos reconocidos, incluso como invenciones, pero que generan la revisión del lenguaje coloquial, dialógico, intersubjetivo y transpersonal; que sobrepasa el imaginario de un mito ligado únicamente a la ritualidad, lo ceremonial, lo comunitario y lo solemne. El mito se encuentra en la vida del sujeto, en sus miedos, anhelos, sueños y prácticas cotidianas. Hablar de democracia y derechos humanos implica desde la esperanza hasta el distanciamiento que han sido construidos por ese devenir en el tiempo organizativo y social.

El mito como forma de simbolización es autónomo, al dar cuenta de toda una realidad y una cosmovisión. “La estructura del conocimiento sucede en lenguajes. Una forma de lenguaje y una forma de simbolismo dan cuenta de una realidad y por eso constituyen una forma de conocimiento”[6]. El lenguaje mítico, en cuanto formalización y simbolización de una realidad, expresa una forma de conocimiento que son las fuerzas de la naturaleza. La realidad de las fuerzas es lo que determina la dinámica del conocer mítico, tanto en el sujeto como en el objeto”[7]



Si bien el tema del mito es uno de los más oscuros, incluso para la metodología histórica, es indispensable comprender, que gran parte de las acciones, imágenes, signos y símbolos que nos rodean en el campo de la democracia y los derechos humanos vienen del mito. Los mitos son “en efecto los que nos dominan, los que saben todo aquello que nos habla y alecciona en medio de la oscuridad. Los mitos y los cuentos parecen rebosar una sabiduría originaria que está en el comienzo de todas las cosas, y sin embargo poseen una profundidad histórica propia”[8].

Retomar la noción de mito desde el reconocimiento es tomar conciencia de lenguajes y conocimientos que se integran desde las narrativas en las diversas identidades y constituciones del mundo, por ello es también una forma de conciencia. Por lo tanto, este no puede ser conceptualizado como acabado o cosificado. La misma naturaleza del lenguaje y del conocimiento le hace ser productor de sucesivas formalizaciones.

El mito ofrece una ordenación propia de la realidad humana como plantea Cassirer, ya que el hombre como animal hermenéutico tienen una inagotable inclinación hacia las invenciones del espíritu, invenciones que son reinventadas y aplicadas sin cesar. Hablar del mito en términos de Malinowski es hablar del agente de cohesión social y mantenimiento de la tradición y en términos de Eliade es retomar la santificación del mundo. ¿De dónde vienen las nociones de democracia y derechos humanos y en qué se han convertido?

El espíritu iniciado en el secreto de los mitos es “el espíritu de nuestra razón histórica”[9], de no ahondar en los mitos sobre el poder, la relación entre el yo y el otro, el tiempo y el espacio que han tenido no sólo los mitos originarios, los mitos indígenas, sino los híbridos que se fusionaron y se siguen fusionando con otras miradas religiosas, culturales y de consumo, es imposible comprender el por qué de las miradas de democracia y derechos humanos que existen en la actualidad.

Entendiendo que la razón no funciona por sí misma y que el logos realmente no pudo opacar al mito, este se hace indispensable para ver el encuentro diacrónico y sincrónico que la historia efectual plantea. De no entender que “los mitos no son máscaras de la realidad histórica, capaz de extraerles la razón a las cosas para realizarse como razón histórica”[10], no será posible comprender que los mitos “revelan la auténtica fuerza de la historia”[11]

“La recurrencia permanente al sentido o sentidos del devenir es el aporte que la conciencia mítica ofrece a la dinámica total de la conciencia humanizadora. En ello, como en toda forma de conciencia, separa y aliena toda formalización (en cuanto se cosifica) e impone sobre ellas su sello dinamizante y antropomorfizante. El problema de toda formalización es que nos constituyen una segunda naturaleza, por lo que nos identificamos o cosificamos a ella. La dinámica de la conciencia mítica por fuerza de su función vital y dinamizadora de sentidos, separa al sujeto y al objeto y los vuelve a unir posibilitando en ello una superación de la toma de conciencia”[12]
“La dinámica de la conciencia mítica se fundamenta en la básica polarización dialéctica que le es propia: fuerza-cosa. Sobre esta polarización se van sucediendo las tomas de conciencia de la identidad del hombre, desde los niveles más sensibles, hasta los niveles de mayores trascendencias. El mito es, desde sus comienzos, una trascendencia transcósica por fuerza de su interés energético. Esta función del mito se puede calificar de desestabilizadora en la medida en que opere al lado de otras formas de conciencia, el conjunto de las cuales constituye la dinámica de la realización humana, no sólo como formalizadora sino como recreadora”[13]

De igual manera es indudable la importancia del mito como experiencia. Al querer hablar de esta, se abren caminos del pasado y el presente en el sujeto, se plantea el vivir y creer en la experiencia y la vivificación de la misma. Ver la cotidianidad a la luz de la experiencia aporta a la comprensión del si mismo y al reconocimiento dl otro desde diversas experiencias vividas.

El mito no es objeto tanto de los científicos sino de los sujetos de cada cultura. “La recuperación cultural de cada pueblo no la pueden hacer los ajenos, por más que puedan ayudar con el valor de la ciencia, al servicio del hombre y no de la misma ciencia”[14]. Por lo tanto, esta recuperación tiene como uno de sus ejes bases, la relación existente entre narrativas e identidades, como un camino posible a seguir en el marco de esa recuperación cultural.

Para ver entonces la realidad , los imaginarios e imágenes eidéticas que se desplazan por las diversas comprensiones de democracia y derechos humanos, se hace necesario acercarse a ver que “el horizontes de nuestra propiz conciencia histórica no es el desierto infinito vacío de mitos, de la conciencia ilustrada. Esa ilustración está condicionada y limitada históricamente, es una fase en la realización de nuestro destino. Se malentiende a sí misma cuando se concibe como la libertad plena de la conciencia histórica. Pero esto significa que la historia es lo que fuimos y lo que somos. Es la dimensión vinculante de nuestro destino”[15]
El sentido es convertir el mito en narración, ya que al hacerlo, las preguntas por el ¿por qué? y el ¿qué?, generarán más preguntas, que al ponerse en juego darán pie a comprensiones y luces sobre las diversas identidades refugiadas en la memoria y en la existencia.
El llamado entonces desde esta propuesta hermenéutica, es lograr que en la discusión de la democracia y los derechos humanos, se puedan retomar desde las narraciones el mitos como esencia de sentido, que puede lograr ir poco a poco encontrando no sólo el sentido de la relación de narrativas e identidades, sino de cada uno de los sujetos que las reinventan continuamente.
Se precisa que un investigador que pretenda desarrollar una propuesta hacia la problemática de democracia y derechos humanos, debe ser un caminante espiritual y sensible, que se torne mediador de lo que el sujeto internamente desea conocer. Más que la racionalidad y el dato preciso, el investigador- descubridor se perfila como un acompañante que desde el lenguaje, el respeto, la tranquilidad y la confianza, entienda que no existe un objeto de estudio, sino que el ser que abre su vida ante sí es uno espejo incluso del mismo investigador.

El perfil entonces de un trabajo hermenéutico no es inmediatista ni objetual. Es la pregunta por la esencia desde la existencia, es el respeto por el otro y por lo que el otro es en mí mismo. Es cultura y comprensión de la memoria. Es comprender que lo político, lo social y lo económico que hacen parte del contexto, se nutren de sentidos del mundo interno de los sujetos, y que los contextos son múltiples, como los son las complejidades de los sujetos que los habitan.

Una posible propuesta es retomar a nivel de las posibles investigaciones en este campo, el trabajo de recolección y posterior interpretación de narraciones, las cuales son un recurso de gran valía y una forma más de expresión de los acontecimientos. La narración, de este modo, constituye una forma de explicación, pues "toda narración responde a la pregunta ¿por qué? al mismo tiempo que a la de ¿qué?; decir lo que aconteció es decir por qué eso aconteció"[16] La narración es el inicio de la interpretación.

Las narrativas son un recurso mediante el cual el ser en el mundo, puede desentrañar el sentido de las formas simbólicas y mostrar cómo este se pone en juego, dando cuenta de sí mismo y de los colectivos a los que pertenecen. Para poder comprender las diversas nociones de identidad, se las narraciones pasan a ser texto y se manifiestan en la importancia de sus protagonistas. Los sujetos narrativos son el pretexto hacia la comprensión de identidades sociales, que generen propuestas de orden político y social. Como plantea Ricouer, comprenderse es apropiarse de la historia de la misma vida de uno, hacer el relato de ella tanto desde lo ficticio como desde lo histórico.

Las identidades tanto de la democracia y los derechos humanos, como de otros ejes de la realidad, se construyen narrativamente tanto desde las narraciones individuales como colectivas, que al reconocer y generar nuevos textos que introducen evaluaciones del mundo, incitan de algún modo a la acción. Una acción que a la vez genera otras narraciones y reacciones en el mundo.

Específicamente se proponen desde tipos de estudio interpretativos y de metodologías como la historia de vida, la etnografía de orden interpretativo, la investigación acción participativa, la investigación documental e histórica; la posibilidad de iniciar la comprensión de este fenómeno.

Sólo es posible comprender las nociones de democracia y derechos humanos que se encuentran en nuestro país, si desde los diversos mitos actuales, se intenta ir a la tradición y desde ahí a la interpretación de ejes centrales de esta problemáticoa como son los procesos de poder, la credibilidad y respeto por el y el sí mismo, entre otros.

La propuesta es por ende a la mirada transdisciplinaria, para lograr que las lecturas de los textos encontrados, puedan aportar a interpretaciones que generan propuestas a la mirada política, económica y social colombiana.


Referencias

Acevedo, Cristibal (1993) Mito y Conocimiento. Universidad iberoamericana. México

Cuervo M. (2004) Hermenéutica, investigación cualitativa. En Revista Horizontes Pedagógicos No. 5 . Corporación Universitaria Iberoamericana. Bogotá
documental e histórica

Gadamer, Hans. (1996) Verdad y Método I y II. Salamanca. Sígueme

Ricoeur, Paul (1985) Tiempo y narración I. México: Siglo XXI.
[1] Comunicadora Social Pontificia Universidad Javeriana. Énfasis en Comunicación educativa y Maestría en Comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana. Estudios en Bellas Artes Universidad Nacional y Universidad Javeriana. Directora del Grupo de investigación Procesos Comunicativos en el Ámbito Educativo Corporación Universitaria Iberomericana . Directora Grupo en formación Comunicación Paz-conflicto Universidad Santo Tomás Decana Facultad de Comunciación Social Universidad Santo Tomás. Con experiencia de trabajo en la Universidad Javeriana, la Corporación Universitaria Iberoamericana, Universidad Pedagógica Nacional, Universidad del Rosario.
[2] Cuervo M. Hermenéutica, investigación cualitativa documental e histórica en revista Horizontes Pedagógicos No. 5 2003 Pag. 34
[3] Ibid
[4] Acevedo C. Mito y conocimiento. Pag. 22
[5] Gadamer, H.G. Verdad y Método I. Pag. 593
[6] Acevedo C. Mito y conocimiento Pag. 458
[7] Idem. Pag. 459
[8] Gadamer, H. G: Verdad y método II. Pag. 41
[9] Ibid
[10] Ibid
[11] Idem Pag. 42
[12] Acevedo C. Mito y conocimiento Pag. 460
[13] Ibid
[14] Idem. Pag. 466
[15] Gadamer, H. G. Verdad y Método II. Pag. 42
[16] Ricouer, P. Tiempo y Narración Pag. 89

Notas sobre espacio público y hermenéutica

La necesidad de cuestionarse por una mirada de espacio público que sobrepase el objeto arquitectónico, el precepto legal o la influencia gubernamental, se dirige en este estudio hacia los usos y apropiaciones que los sujetos hacen del mundo a través de prácticas que necesariamente son el resultado de una fusión de horizontes en el tiempo. Hermenéuticamente, la comprensión desde esta conexión entre el pasado y el presente, pertenece al campo de la historia efectual, que como Gadamer H.G.(1998) plantea, media entre el tiempo para interpretar y hallar el sentido no de los objetos sino de las experiencias en el mundo.

La fuerza de esta fusión tiene lugar constantemente en el dominio de la tradición, pues en ella lo viejo y lo nuevo crecen siempre juntos, hacia una validez llena de vida, sin que lo uno ni lo otro lleguen a destacarse explícitamente por sí mismos. El proyecto de un horizonte histórico es, por lo tanto, una fase o un momento en la realización de la comprensión (Gadamer , H.G.1998).

Por lo tanto, la hermeneútica no interpreta cosas ni datos ni objetos aislados, no es un espectador desinteresado despojado de prejuicios, intereses y expectativas, no puede en términos de Gadamer (1988) reducir la comprensión de la realidad como reflejo de las relaciones de producción, de los intereses particulares de las clases sociales o dejarse determinar por los intereses rectores del conocimiento como dice Habermas (1976), y no descifra para Ricoeur (1980) el significado de palabras o frases, sino que rompe con la clausura del universo lingüístico y nos dispone a interpretar el texto en una escala superior, como integrante de una realidad más amplia y de mayor complejidad que en su contexto, que es el horizonte histórico cultural que lo acompaña y hace posible su sentido. Así, al no conducir al relativismo ni al escepticismo, la interpretación hermenéutica comprende la confrontación experiencial y el desenlace argumentativo, con lo que se logra coherencia interna, consistencia contextual y consenso, hacia la apertura a nuevas propuestas que aporten a la relación intersubjetiva y en el caso de esta investigación ciudadana y social.

La mirada histórica efectual hermenéutica, no se dirige a la acumulación de datos, sino a la visualización del espacio público como campo de recorridos de sentido, que no sólo precisen as nociones de lo académico, sino que den pautas para plantear una reflexión social, cultural, ambiental y pedagógica que no puede estar de espaldas al mundo cotidiano de lo público y lo privado.

Desde la hermenéutica, el sentido del espacio público es el camino para hacer posible que la construcción de ciudadanos signifique enseñar a leer ciudadanamente el mundo, es decir capaz de crear en los jóvenes una mentalidad que “renueve la cultura política, para que la sociedad no busque salvadores, sino socialidades para convivir, concertar y respetar las reglas del juego ciudadano.

BIBLIOGRAFÍA
GADAMER, H. Georg. Verdad y Método Salamanca. Suígueme. 1996.
MARTÍN BARBERO, Jesús. De la comunicación a la filosofía, nuevos retos. Ponencia 1996
ANTOLOGÍA .Encuentro Pedagógicos Tansculturales. Hermenéutica y Pedagogía. Rafael Flórez Ochoa.. Medellín.Universidad de Antioquia. Pag. 172 2.001